Pisadas en la arena.
... Eran tiempos en los que participaba de la pastoral de la Parroquia Santa Gema. Ahí conocí a personas que creo dejarán una marca en mi vida y en mi forma de ser hasta el día en que pase a mejor vida. Eran tiempos en los que participaba coordinando actividades para jóvenes, en los que estaba recién comenzando a aprender a tocar guitarra, en los que hasta cantaba en el coro para las misas. En fin, eran tiempos en los que practicaba activamente la religión Católica bajo la cual mis padres me bautizaron y, también, bajo la cual recibí los sacramentos de la Primera Comunión y de la Confirmación. Al margen de que la forma en que percibo las cosas relacionadas con la religión ha cambiado con el tiempo (de todas las cosas que escribí antes ya han pasado varios años), muchos son los buenos recuerdos que me quedan de esa época. Algunos de esos recuerdos están asociados al texto que transcribo ahora:
Una noche tuve un sueño... Soñé que estaba caminando por la playa con el Señor y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida.
Por cada escena que pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas eran las mías y las otras del Señor.
Cuando la última escena pasó delante nuestro, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena y noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban sólo un par de pisadas en la arena.
Noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles de mi vida. Eso realmente me perturbó y pregunté entonces al Señor: "Señor, Tú me dijiste, cuando resolví seguirte, que andarías conmigo, a lo largo del camino, pero durante los peores momentos de mi vida, había en la arena sólo un par de pisadas. No comprendo porque Tú me dejaste en las horas en que yo más te necesitaba".
Entonces, El, clavando en mi su mirada infinita me contestó: "Mi querido hijo. Yo te he amado y jamás te abandonaría en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas fue justamente allí donde te cargué en mis brazos".
Una noche tuve un sueño... Soñé que estaba caminando por la playa con el Señor y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida.
Por cada escena que pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas eran las mías y las otras del Señor.
Cuando la última escena pasó delante nuestro, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena y noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban sólo un par de pisadas en la arena.
Noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles de mi vida. Eso realmente me perturbó y pregunté entonces al Señor: "Señor, Tú me dijiste, cuando resolví seguirte, que andarías conmigo, a lo largo del camino, pero durante los peores momentos de mi vida, había en la arena sólo un par de pisadas. No comprendo porque Tú me dejaste en las horas en que yo más te necesitaba".
Entonces, El, clavando en mi su mirada infinita me contestó: "Mi querido hijo. Yo te he amado y jamás te abandonaría en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas fue justamente allí donde te cargué en mis brazos".
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