D.V.
Esas son las iniciales de un alumno de 1er año en Ingeniería Civil de la PUC, de cuya existencia me acabo de enterar por la historia que me ha contado un amigo.
¿Y a quién le interesa saber sobre un alumno más entre 4.000 (o más)?
Resulta que D.V. es físicamente discapacitado: tiene problemas serios para caminar y para hablar, y no puede escribir debido a malformaciones en sus manos. El nombre de la enfermedad no me lo sé - y tampoco se lo sabe mi amigo - pero en todo caso no creo que sea una enfermedad fácil de sobrellevar. Por eso, D.V. se ve obligado a estar acompañado por su mamá todo el tiempo, quien escribe en clases lo que él le indica, para poder tomar apuntes. Entonces, uno podría pensar ¿Cómo resuelve los ejercicios necesarios para estudiar o cumplir con las tareas típicas de ingeniería? Simple (o no tan simple): lee el ejercicio y le va dictando a su mamá los pasos necesarios para resolverlo. Cualquier persona que haya resuelto un ejercicio matemático, por fácil que sea, sabe que hacer rayas en un papel es casi imprescindible para poder hacerlo.
Con eso no es difícil darse cuenta que D.V. debe tener capacidades intelectuales increíbles, además de una tremenda fortaleza emocional para poder sobreponerse a los obstáculos propios de estudiar una carrera profesional. Obstáculos que, creo que es evidente, se deben multiplicar por mil cuando uno es discapacitado y hasta preguntar algo se convierte en una tarea que requiere un esfuerzo importante. Ni hablar de la paciencia y el amor por su hijo que debe tener la mamá de D.V., quien arrienda una pieza en Santiago junto a él, porque son de provincia (por si lo de la discapacidad no fuera suficiente, también tienen que vivir y gastar plata en un hogar que no les pertenece).
Conocer esta historia me hace reflexionar un poco sobre lo bien que trata la vida a personas como uno. Sabiendo que hay personas que tienen todas esas dificultades y que de todas formas encuentran la fuerza para salir adelante día a día, casi no tengo derecho a quejarme por nada. Si sólo me acordara de pensar en eso más seguido...
¿Y a quién le interesa saber sobre un alumno más entre 4.000 (o más)?
Resulta que D.V. es físicamente discapacitado: tiene problemas serios para caminar y para hablar, y no puede escribir debido a malformaciones en sus manos. El nombre de la enfermedad no me lo sé - y tampoco se lo sabe mi amigo - pero en todo caso no creo que sea una enfermedad fácil de sobrellevar. Por eso, D.V. se ve obligado a estar acompañado por su mamá todo el tiempo, quien escribe en clases lo que él le indica, para poder tomar apuntes. Entonces, uno podría pensar ¿Cómo resuelve los ejercicios necesarios para estudiar o cumplir con las tareas típicas de ingeniería? Simple (o no tan simple): lee el ejercicio y le va dictando a su mamá los pasos necesarios para resolverlo. Cualquier persona que haya resuelto un ejercicio matemático, por fácil que sea, sabe que hacer rayas en un papel es casi imprescindible para poder hacerlo.
Con eso no es difícil darse cuenta que D.V. debe tener capacidades intelectuales increíbles, además de una tremenda fortaleza emocional para poder sobreponerse a los obstáculos propios de estudiar una carrera profesional. Obstáculos que, creo que es evidente, se deben multiplicar por mil cuando uno es discapacitado y hasta preguntar algo se convierte en una tarea que requiere un esfuerzo importante. Ni hablar de la paciencia y el amor por su hijo que debe tener la mamá de D.V., quien arrienda una pieza en Santiago junto a él, porque son de provincia (por si lo de la discapacidad no fuera suficiente, también tienen que vivir y gastar plata en un hogar que no les pertenece).
Conocer esta historia me hace reflexionar un poco sobre lo bien que trata la vida a personas como uno. Sabiendo que hay personas que tienen todas esas dificultades y que de todas formas encuentran la fuerza para salir adelante día a día, casi no tengo derecho a quejarme por nada. Si sólo me acordara de pensar en eso más seguido...
4 Comments:
At 8:03 a. m.,
Hungry Joe said…
sip, uno se olvida de acordarse de algunas cosas mas seguido... cuando he estado a punto de tatuarme cosas ha sido precisamente por motivos similares. Pero arrugue y mejor solo llevo algo al cuello ;)
At 11:43 p. m.,
Matias said…
Es cierto querido amigo. Me emociona leer lo que escribiste y aunque no lo creas hay en algo que me asemejo a ese increíble ser humano, en realidad un ángel. Aunque claro, mi dificultad (que creo asumir que sabes lo que es) no es nada absolutamente nada comparable a lo que le ha tocado vivir a ese angel, cuya historia nos relatas.
Cuando uno es niño es cruel, yo lo fui y también lo fueron conmigo...la única arma que encontré para hacerme respetar fue ser muy peleador y no dejar que nadie pasara por encima mío por mi "supuesta" dificultad. Pero hoy estoy tranquilo, lo he asumido, lo llevo conmigo y es parte de lo que soy hoy a nivel de personalidad. Pero, en realidad lo mío es un pelo de la cola, pero en algo me ha servido lo que me ha pasado en mi vida..saber quienes son mis amigos...estoy orgulloso de tener a los amigos que tengo..y estoy orgullos de ser amigo tuyo querido amigo.
Un Abrazo
At 3:44 p. m.,
FICH said…
¡Hey! ¡Que agrado encontrarme con este par de comentarios! Un abrazo para Rodya en algún lugar de la India y para Matías en algún lugar de Santiago... Gracias, totales.
At 11:37 a. m.,
C.- said…
Que quieres que te diga, entre que me apenó un poco el post, y me hizo sentir culpable por la innumerable cantidad de veces, que somos tan irresponsables como para pensar que tenemos una vida difícil.
Nuestras familias han sido el pilar sobre el que descansaron, descansan y descansarán nuestras personas.
Pero en el caso de tu amigo, más que un pilar, son todos los cimientos que componen su estabilidad...
Gracias por ayudarnos a comprender la importancia de agradecer a Dios por lo que tenemos y no quejarnos de lo que carecemos
Saludos
Clau.-
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